Cuesta olvidarlo

Hoy, 1 de enero, empieza un nuevo año. Y dejamos atrás el 2011, pero más que el 2011, dejamos atrás todo lo vivido en él. Pero alguien me dijo una vez que los recuerdos son para siempre, y sí, tengo que darle la razón. Porque hay cosas que no pueden ser olvidadas, que cuesta olvidarlas. 
Como olvidar aquel viaje, a la nieve, hace un año, en el que, más que esquiar, surgieron amistades, amores y sonrisas, muchas sonrisas en aquel pequeño hotel que.. ¿quien iba a imaginar que llegaría a significar tanto en dos simples semanas? Tantos momentos en él... que sí, cuestan de olvidar.


Como olvidar el otro viaje, el que me marcó de verdad. Londres. ¿Es posible sentir tanto en cuatro semanas? Pues sí, lo es. Fue el mes más alucinante de mi vida, en aquella gran y preciosa ciudad de Inglaterra. Eso sí es imposible de olvidar. Los paseos de horas y horas, las fotos con la bandera, las visitas constantes al Starbucks, las risas por cada parida, los sueños hechos realidad, las amistades que surgieron y estoy segura que nunca tendrán final... Cuesta olvidar todo esto.


Y como olvidar tantas tardes de risas con ellos, mis chicas y mis chicos, que significan tanto para mí.